martes, 15 de julio de 2008

Astor Piazzolla

Extraido de Vidas breves, 2007, Ediciones Simurg, Bs. As.

En la esquina rosada no lo espera nadie. Camina lento en el seco viento de París. El cigarrillo le entrega el humo del mar que no está. Cada noche, en esta ciudad de luces ciegas, mira el Buenos Aires de la ausencia.
Por la mañana ha recibido una carta de su amigo. Agitado, camina sin dirección. El amigo le pregunta si está tocando tangos y cómo son las clases de Nadia Boulanger. No contesta. Todo el día piensa en el bandoneón. No puede olvidarlo y eso lo irrita. La duda lo mata. No se decide: el aborrecido tango de los lupanares o la música clásica. Respira profundo. En las barandas de un puente del Sena, piensa que ha venido a París para dejar esa música inmunda. Ayer ha escrito cuarenta variaciones sobre una fuga.
Ya van diez horas en el puente. Le arden los pies y el amor olvidado en el Río de La Plata. Lo tortura el pretérito, el tiempo. Le duele el tango por todo el cuerpo. Pero lo desprecia. Tal vez en alguna esquina se decida.