lunes, 26 de julio de 2010

UN WESTERN ARGENTINO

Por Fabián Soberón
Para LA GACETA - Tucumán
No es frecuente la realización de un western en Argentina. Y la idea de filmarlo plantea múltiples interrogantes: ¿desde qué estética enfocar la película? ¿cuál es el escenario adecuado? ¿los gauchos son los cowboys del sur? ¿de qué manera encarar un cine de género con un presupuesto bajo? Estas son cuestiones no menores que debió resolver Fernando Spiner. Obsesivo y aventurero, el director de La sonámbula ha afrontado el desafío y trabaja, ansioso, en la etapa final de Aballay, basada en el cuento homónimo de Antonio Di Benedetto. En su secreto estudio de Palermo, antiguo barrio de cuchilleros, habló de su devoción por el escritor mendocino y de su última película.
- ¿Cómo surgió la idea de Aballay? ¿Por qué partir de un cuento de Di Benedetto?
- Soy fanático de Di Benedetto, creo que es un escritor increíble, y me impactó mucho Aballay cuando lo leí hace 18 años. Desde ese momento decidí hacer un film a partir de ese cuento. ¿Por qué? Esas son siempre decisiones caprichosas y arbitrarias. Tanto cuando surge de un gusto personal subjetivo, como cuando se aprovechan coyunturas que podrían ser favorables a esa decisión. Es inevitable volver a preguntarse muchas veces a lo largo de todo el largo proceso: ¿por qué esto y no otra cosa? ¿Por qué el Padre Sergio de León Tolstoi, un oficial del regimiento imperial, guapo, joven, de aristocrática familia en quien todos veían al futuro ayudante del Emperador Nicolás, un mes antes de su enlace matrimonial con una hermosa dama, solicitó ser relevado de sus funciones, rompió su compromiso de matrimonio, cedió sus propiedades y se retiró a un monasterio decidido a hacerse monje? ¿Por qué Aballay decide subir a su caballo para no bajarse jamás?
- ¿Cómo ves la relación entre el cine y la literatura?
- Es una pregunta muy amplia. La historia de esa relación es casi paralela a la historia del cine. El cine se ha nutrido principalmente de la literatura (además de la pintura, la fotografía, el teatro, la arquitectura, la música, la filosofía...). Grandes obras de la literatura han llegado masivamente al público a través del cine, y grandes películas son adaptaciones de obras literarias. Hoy la literatura vive una crisis de lectores: muy pocos leen literatura. La gente mira televisión, lee diarios, y eso es todo. Tal vez una de las funciones del cine se parezca a la de aquellos lectores de Fahrenheit 451, que viviendo en una sociedad que quemaba libros, organizaban su resistencia transformándose en libros vivos, aprendiendo de memoria cada persona un libro para garantizar su preservación. Tal vez siguiendo un pensamiento apocalíptico típico de la ciencia ficción, las obras literarias puedan sobrevivir en el cine (aunque sólo sea algo de su esencia), a la espera de que algún espectador apasionado sea estimulado a buscar esa novela original que descubrió en una sala de proyección.
- ¿Por qué decidiste trabajar la película desde la perspectiva del western? En este sentido, ¿cuáles son tus precursores en la Argentina?
- El western transcurre en grandes extensiones sin ley, y sus protagonistas son hombres a caballo. Estas características son claves en el cuento de Di Benedetto. Es cierto que también podría ser otro tipo de película, pero me incliné por no hacer un film hermético sino afrontar el riesgo de contar una historia dándole a la trama un valor fundamental. Creo que además es un género que permite hablar del tema de la violencia, sacado del contexto cotidiano. En el cine argentino hay una importante tradición en el genero; incluso Leonardo Favio, uno de los mas grandes directores de cine de la Argentina, dirigió Juan Moreira. Es un género muy genuino y completamente ligado a nuestra historia. Tengo además una historia personal con otro importante director: Hugo Fregonese. El fue director de Pampa Bárbara junto a Lucas De Mare. Pasé muchos años en el delta del Paraná en la casa donde estuvo sus últimos años Hugo y pude acceder a muchos de sus guiones y escritos personales; eso me permitió acercarme a él y desde entonces siento que algo de eso me vincula mucho con el género.
- ¿Cómo ves a Aballay en relación con La sonámbula y Adiós, querida luna? ¿Qué ha cambiado y qué se mantiene en tu mirada sobre el cine?
- Creo que se trata de películas muy diferentes, y, al mismo tiempo, siguen cierta línea de búsqueda y experimentación. El permanente cambio es una característica de las cosas que hago. No sé si tengo una mirada sobre el cine, o mejor dicho, si esa mirada es algo fijo y definitivamente construido. A su vez creo que cada película constituye una nueva mirada.
© LA GACETA
Fabián Soberón - Profesor de Teoría y Estética del Cine en la Escuela Universitaria de Cine y de Comunicación Audiovisual y Comunicación Visual Gráfica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT.
http://www.lagaceta.com.ar/nota/390319/LA_GACETA_Literaria/western_argentino.html

jueves, 15 de julio de 2010

ESCENAS

Por Fabián Soberón
Para LA GACETA - Tucumán
1
Evoco cuatro escenas que funcionan como boceto del pasado cultural de la provincia: el arribo de Paul Groussac, la visita de Duke Ellington en 1968, la vida clandestina de Adolf Eichmann en el sur de la provincia y las reuniones prolíficas del grupo La Carpa. Estas escenas condensan gestos y matices contradictorios de la visión del mundo de los tucumanos: el nazi que es admitido como ciudadano común sin objeciones, el intelectual francés elogiado como foco mental de la región, el músico popular de Estados Unidos escuchado como culto en estas tierras y el grupo irreverente de poetas que inventaron una manera de hacer arte. Esas escenas no son menores pero tampoco representan la totalidad de la cultura. Sin embargo, son sintomáticas. Dicen algo sobre la complejidad de una mentalidad, sobre las tensiones que integran la identidad cultural. Creo que habría que pensar de qué modo conviven en nuestra provincia esas escenas, de qué manera se amalgaman tendencias opuestas.¿Cómo se construye una cultura? ¿Una cultura es la mera acumulación de hombres y obras o es la extraña y subterránea fusión de odios y producciones exquisitas, melodías y adhesiones fervorosas, folklore y vanguardia apasionada? Evidentemente los tucumanos amamos y odiamos los mismos objetos. Esa compleja trama está formada por el ideal de Bussi y del malevo Ferreyra como encarnaciones del macho defensor de la tribu y la refinada improvisación de los músicos de jazz de la provincia. Aquí, entre los cerros y el olor de los azahares, se han cultivado el azúcar y la "sacarofobia", el rock y la música de Stravinsky. La provincia ha sido testigo de la violación de los derechos humanos y de la escritura de una novela joyceana cuyo autor es un erudito marino trotamundos.

2
En Tucumán hay una tradición cultural frondosa. Prueba de esto es la vigencia de historiadores disímiles y complementarios como Roberto Pucci y Carlos Páez de la Torre (h); la destacada obra de los pensadores Genie Valentié y Hernán Zucchi; la expansión del psicoanálisis; la profusa labor de fotógrafos y científicos; la música de Mercedes Sosa, "Pato" Gentilini, Alberto Rojo y los intérpretes notables de la orquesta sinfónica; las obras narrativas de Hugo Foguet, Dardo Nofal, Samuel Schkolnik, Juan José Hernández y el único escritor que ha obtenido trascendencia internacional: Tomás Eloy Martínez; la sostenida producción poética de Inés Aráoz, Arturo Alvarez Sosa y la de jóvenes como Javier Foguet, Pablo Dumit, Myriam Leal y Denise León; las obras artísticas de Lino Enea Spilimbergo, Ezequiel Linares y la de jóvenes como Leonel Marchesi, Norma Juárez y Sandro Pereyra; las películas de un director emblemático: Gerardo Vallejo; las producciones teatrales de Oscar Quiroga y Víctor García.Es un lugar común decir que Tucumán es el foco cultural del norte. Quizás hoy esta afirmación deba ser matizada. Habría que preguntarse si es que se puede hablar de región en términos culturales y si acaso Tucumán sigue siendo el foco. Miro con escepticismo la idea de región y tengo para mí que la provincia no mantiene el pasado esplendor.

3
Juan Bautista Alberdi escribió que la Argentina pasó del coloniaje de España al coloniaje de Buenos Aires. El puerto se convirtió en la metrópoli y las provincias en las colonias. Esta situación se mantiene hoy y genera un prejuicio acerca de la valoración de la producción cultural en las provincias. Es interesante pensar de qué modo conviven la vasta tradición de bienes culturales y la tendencia mezquina de menosprecio hacia lo local. Habría que evaluar de qué manera podemos inclinar la balanza hacia el platillo de la justa valoración.Termino con algunas preguntas. Si hoy estamos en condiciones de ver y analizar las escenas que definieron nuestra tradición: ¿cuáles serán las escenas que condensarán la cultura en el futuro? ¿De qué manera se cruzará la tradición y la modernidad (o la posmodernidad) en nuestras producciones?

© LA GACETA

Fabián Soberón - Nació en 1973. Es escritor, docente de la UNT y director de la revista cultural "1300 kilómetros". Publicó "La conferencia de Einstein" y "Vidas breves". Fue finalista del premio "Clarín" de cuento 2008.